A papá y a mamá, ya con Dios.
A MANERA DE PRÓLOGO
Poesía. /Al principio/me enredabas los
pies/y caía de bruces/sobre la tierra oscura/o enterraba los ojos/en la charca/para
ver las/estrellas./Más tarde te ceñiste/a mí con los dos brazos de la amante/y
subiste/en mi sangre/como una enredadera./Luego/te convertiste/en copa./Hermoso/fue/ir
derramándote sin consumirte,/ir entregando tu agua inagotable,/ir viendo que
una gota/caída sobre un corazón quemado/y desde sus cenizas revivía.///
porque me levantaste/hasta la altura
insigne/de los hombres comunes, /Poesía,/ porque contigo/mientras me fui
gastando/tú continuaste/desarrollando tu frescura firme,/tu ímpetu cristalino,/como
si el tiempo/que poco a poco me convierte en tierra/fuera a dejar corriendo
eternamente/las aguas de mi canto.
Fracciones de la “Oda a la poesía” de
Pablo Neruda
Nunca hubiese podido decirlo yo como
Neruda, pero sí sé que he sentido de igual forma. Sé de comienzos difíciles
aunque yo tuve donde apoyarme e ignoro si Neruda tuvo ese privilegio, como
tampoco sé si necesitó de él para llegar a esa dimensión de gran poeta
por su propio talento.
Después, salvando las astrales distancias, la poesía fue
siendo parte de mí y fue “amante, enredadera y copa”, y me elevó sobre mis
propias miserias.
Han pasado años y estoy publicando mi séptimo libro,
impensada realidad en mis comienzos… esos en los que “me enredaba los pies y
caía de bruces…”. Y gracias a mi poesía
he podido “dejar corriendo eternamente/las aguas de mi canto”. Me
he sentido libre en él, en “la altura insigne/de los hombres comunes,”.
Carlos Justino Caballero