Los años y la tierra lo
han doblado,
esa tierra que cultiva desde hace años,
y baña con su sudor el manto seco
mientras implora lluvias en su ruego.
Suele irse por la noche en sollozos.
La noche viene en sombras y se siente
olvidado de vidas que otrora le cantaran
en la voz de las azules Reinas Moras.
Desangrado llega al sueño en desencantos
y se duerme sin susurros al oído,
esperando que su sol de madrugada
se oculte tras las nubes y las aguas.
¡Quiera Dios complacer a mi labriego!
Sólo en aguas, que no es tanto,
sólo en aguas cayendo sobre el campo
y lavando ese sudor que lo lastima.
Publicado en mi libro "De poemas y de cantares". 2012
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