Tengo un laurel de flores que
nevadas
dan sombra a mi rincón
siempre querido
al que recurro sin estar
herido
sólo a sentir lejanas
campanadas.
Reposo en él mis tiempos
preferidos,
leo despacio letras que
rimadas
dejan mis penas quietas y
apagadas
y siembran dichas sobre lo
dolido.
¡Oh, mi laurel de flores
blancas lleno!
Responsable señero de lo
pleno
y guardián generoso de mi
espacio.
Te canto sin llegar a
merecerlo
en la locura de querer
hacerlo
sintiendo que contigo me
congracio.
Publicado en mi libro "De poemas y de cantares". 2012
Publicado en mi libro "De poemas y de cantares". 2012
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