Quién siempre iluminaba mis
inciertos pasos
-con su voz suspendida en mi recuerdo-
-con su voz suspendida en mi recuerdo-
en ese rincón lleno de colores y
libre de mariposas muertas,
me dijo que ese lapso breve del
ser sobre la tierra
era como un cerrar y abrir de
párpados.
Y si al abrirlos no había bebido
las ansias de la vida
y en ese beber no había hinchado
al alma,
el fracaso sería lo rotundo de
no haber sido nada.
Debí entender que cultivar
instantes,
instantes que pasaban veloces,
sin retorno,
con semillas que hacen al hombre
crecer hombre
y dejar surcos arados para su
simiente,
me llevaría a salir de la
hondonada y hacer cumbres.
La brevedad será fecunda si lo
arduo la circunda,
me lo sigue diciendo la voz de
mi recuerdo
sin mariposas muertas y tan
lleno de colores.
Publicado en mi libro "De poemas y de cantares". 2012
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